El mensaje
Hoy, en medio de lo cotidiano, recibí un video con las palabras de Santa Teresa de Jesús desde Instagram.
Me lo envió mi prima Lorena.
En la conversación apareció una imagen y una frase que también vivían en casa:
un llavero que mi mamá —su tía— había hecho hace años con esas mismas palabras.
Un objeto simple, pero con peso.
Este post existe por ese envío.
De dónde viene la frase
“Sólo Dios basta” forma parte del poema-oración Nada te turbe, escrito por Santa Teresa de Jesús (1515–1582), también conocida como Teresa de Ávila.
El texto aparece entre sus escritos espirituales y se difundió después de su muerte a través del Carmelo, la comunidad religiosa que ella reformó junto con San Juan de la Cruz.
Qué es el Carmelo
El Carmelo nació en el Monte Carmelo (norte de Israel, costa del Mediterráneo, zona de Haifa).
A fines del siglo XII, un grupo de ermitaños —inspirados por el profeta Elías y la Virgen del Carmen— eligió vivir allí en oración, silencio y vida fraterna.
Siglos más tarde, Teresa de Ávila renovó esa tradición y dio forma al Carmelo Descalzo, con acento en la sencillez, la interioridad y la confianza en Dios.
Ese espíritu se condensa en una frase que atraviesa siglos:
“Sólo Dios basta.”
El poema completo
Nada te turbe,
nada te espante,
todo se pasa,
Dios no se muda,
la paciencia todo lo alcanza;
quien a Dios tiene,
nada le falta;
sólo Dios basta.
La autora, en breve
Teresa de Ávila fue monja carmelita, escritora y reformadora del Carmelo.
Nació en Ávila, España, en 1515, y murió en 1582, a los 67 años.
Entre sus obras más importantes: Libro de la vida, Camino de perfección y Las moradas (o Castillo interior).
En 1970 fue proclamada Doctora de la Iglesia.
Una transmisión sencilla
A veces lo esencial viaja en formas mínimas:
una línea en un cuaderno, una captura de pantalla, un llavero.
Lo que Lorena compartió me hizo volver a escuchar estas palabras
y querer guardarlas acá, para que vuelvan cuando haga falta.
En lo que cambia, Dios no se muda.
Su gesto fue como un hilo que volvió a unir lo que el tiempo había dejado en silencio.
Y en ese hilo, su voz y la de mi mamá se encontraron un instante.
Ese instante bastó, y dejó algo encendido.